Foto de Daniel de Culla
ANECDOTAS CON EL TIO JOSE LUIS
José Luis era Delegado General de Productos Delta para la zona norte de España. Productos de lubricantes industriales, refrigerantes solubles, aceites de corte, de larga vida y alto rendimiento desarrollados de acuerdo a las normas internacionales más estrictas, con sistemas de calidad y medio ambiente certificados.
Su cuartel general le tenía en el Hotel Almirante Bonifaz, en Burgos, desde donde visitaba a clientes de Cantabria, Santander y la Rioja; Burgos, Valladolid, Segovia y Salamanca.
A veces, se tiraba un mes fuera de casa, lo que suponía un alegría inmensa para Teresa y sus hijos, pues cuando se aparecía en casa, siempre sin avisar, ellos se ponían malos de verle e incluso le insultaban por haber regresado de improviso.
Aunque fue pícaro, y no siempre se portó bien con su esposa e hijos, tenía detalles con ellos pues, algunas veces, les traía consigo y les invitaba a pasar unos días en el Hotel, poniendo diligencia en invitarnos a Rita y a mí, para comer asado en el restaurante Ojeda, o en el restaurante del Hotel Tizona de Aranda de Duero.
A José Luis le encantaba Burgos, no solo porque sus orígenes procedían de Moradillo de Sedano, en la carretera de Burgos a Santander, ubicado en uno de los recovecos del valle de Sedano, excavado por el río Moradillo, donde todavía poseen algunas tierras olvidadas, sino porque su madre vivó y murió en Burgos siendo una mujer hacendosa, masajista y adivinadora.
Recuerdo que, gracioso, le decía al camarero que nos servía:
-De ese asado dale harto a mis cuñados de Burgos; lo que reían muchos sus hijos y esposa; y, también nosotros.
En verdad que los lechazos asados era muy buenos.
Sus vacaciones de verano las pasaban siempre en el Hotel Rhin Santander, cerca de la Playa de el Sardinero, o en alguna casita de campo.
En unas vacaciones, fueron con un matrimonio amigo. Entonces tenían un hijo, Luis Daniel; y, el matrimonio, otro hijo, Diego Velázquez.
Estando un día en la playa, después de haber comido muy bien, el marido amigo, sin haber hecho la digestión, dijo que se iba a meter al agua. Su esposa le reprendió, dejándole marchar porque, como afirmó ella, “era un cabezota”.
Esta tarde fue una tarde de desventura, pues era de noche y su marido no aparecía. A la mañana siguiente, fueron a dar parte al Cuartel de la Guardia Civil, diciéndole ella al agente:
-¿Cabra sido mi marido, cabra sido? Mi marido, señor agente, fue a la mar y no ha venido, ¿cabra sido? La esposa, por su nerviosismo y dolor, se comía las letras.
El señor agente la tranquilizaba diciendo mientras escribía el atestado:
-Ya verá usted como vuelve, señora.
Su esposo no volvió nunca, dándosele, a los diez años, por desaparecido.
Otra anécdota, esta graciosa, fue en las Bodas de Plata mías, celebrada en la inmensa lonja que tenía el padre de Rita en Moradillo de Roa: Después de comer muy bien lechazo y demás viandas, terminados los exquisitos postres y buenos y licores, durante la bailable música, José Luis, calentito y muy alegre, comenzó a bailar solo, haciendo movimientos y gestos con las manos cual electricista que cambia bombillas de largos cables colgantes.
Amablemente, fue el hazmerreír de los asistentes, conociéndole, desde entonces, como el “electricista chocante”, como dijo Josefina, la madre de Rita.
DANIEL DE CULLA